Reflexión Día 3 de Abril. El Lenguaje Del Adiós. Melody Beattie. Solo Por Hoy. Coda.
"Dios Concédeme la Serenidad para Aceptar las cosas que no puedo cambiar, Valor para cambiar las que sí puedo y Sabiduría para distinguir la diferencia."
Así Sea. Así Sea. Así Sea.
Codependencias y Adicciones a las Relaciones. Literatura Codependientes Anónimos.
ACEPTACIÓN.
Ríndete al momento. Remóntate sobre él, por todo lo que esto vale la pena. Lánzate sobre él.
Deja de resistirte.
Gran parte de nuestra angustia se crea cuando nos estamos resistiendo. Es posible sentir gran alivio, consuelo y cambio cuando aceptamos, cuando simplemente aceptamos.
Perdemos nuestro tiempo, desperdiciamos nuestra energía y hacemos más difíciles las cosas al resistir, reprimir y negar. El reprimir nuestros pensamientos no hará que éstos desaparezcan. Reprimir un pensamiento ya formado no nos hará una persona mejor. Piénsalo. Déja que se haga realidad. Luego, libérate de él. Un pensamiento no es para siempre. Si no nos gusta, podemos pensar otro o cambiarlo. Pero para hacerlo, debemos aceptar el primer pensamiento y liberarnos de él.
La resistencia y la represión no cambiará nada. Nos podrán en guerra con nuestros pensamientos.
Nos hacemos la vida más difícil al resistir y reprimir nuestros sentimientos. No importa cuán oscuro, cuán incómodos, cuán injustificados, cuán sorprendentes, cuan “inadecuados” consideremos que sean nuestros sentimientos, resistirnos y reprimirlos no nos librará de ellos. Hacerlo los empeorará. Se moverán en torbellino en nuestro interior, nos atormentarán, nos enfermarán, harán que nos duela el cuerpo, nos obligarán a hacer cosas compulsivas, nos mantendrán despiertos o nos podrán a dormir.
En el análisis final, lo único que se nos pide hacer es aceptar nuestros sentimientos sintiéndolos y diciendo: “Sí, esto es lo que siento”.
Los sentimientos son para el momento presente. Cuanto más rápido aceptemos un sentimiento, más pronto nos moveremos al siguiente. Resistir o reprimir pensamientos y sentimientos no nos hará cambiar ni convertirnos en la persona que queremos ser o que pensamos que deberíamos ser. Nos pone en resistencia con la realidad. Nos hace reprimidos. A veces nos deprime.
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