SOLO POR HOY: EL DESAPEGO Y EL DOLOR DE SOLTAR. TERAPIAS COMPLEMENTARIAS.
“EN SOLO POR HOY COMPARTO MI PROCESO DE DESAPEGO, EL DUELO Y LA NECESIDAD DE DEJAR IR LO QUE YA NO ME HACE BIEN, ENTRE EL DOLOR Y EL APRENDIZAJE.”
Hoy he recordado de que el desapego no es un concepto abstracto, sino algo que estoy viviendo en carne propia. Desde ayer empecé a soltar, porque lo que veo no me gusta, y me duele demasiado mantenerme en un lugar donde las cosas se repiten una y otra vez. He compartido parte de esto en otro sitio que, de momento es un secreto, y ahora lo pongo también aquí, porque es parte de mi proceso.
Hoy, por ejemplo, no he llevado el día bien. Fui a la playa, un día de poniente, y noté su ausencia más que nunca. Eran días que también le gustaban a él, con apenas gente, con los chicos con las tablas de surf y sus cometas adornando el cielo. Allí, entre recuerdos, me di cuenta de que tenía que seguir soltando: eliminé su WhatsApp, porque hoy caducaba la tarjeta de recarga y no quiero seguir manteniendo un número que ya no me pertenece. Tengo el mío, y también otro que apenas uso para temas de meditación, reiki y yoga, pero no voy a sostener algo que me mantiene enganchada a un dolor que ya no me corresponde.
También he dejado su TikTok abierto, aunque mi primera intención fue cerrarlo. Lo puse público, restringí comentarios y notificaciones, quité a quienes seguía y le seguían. Dejé solo los vídeos compartidos, porque son parte de él, pero solté los que yo misma había subido. Quizás me arrepienta de haber quitado seguidores, pero esa fue mi reacción al querer cortar con todo. Y sin embargo, algo me decía que tenía que dejarlo abierto, aunque sea en silencio.
El desapego no significa no sentir. Yo extraño mucho sus llamadas, sus “buenos días” a las dos o tres de la tarde, sus frases que me dejaban pensando: “¿y no hay mañana?, ¿y si mañana me muero?”. Me llamaba varias veces al día, aunque a veces no le contestara porque tenía mis cosas. Y claro que me duele, pero me recuerdo a mí misma que ese dolor no puede atarme. Que la mentira, la envidia y el mal actuar de otras no deben arrastrarme con ellas.
Han sido meses complicados, de distancia, de enfados por mi parte, de volver a acercarnos, de ver cómo se debilitaba, de ver cómo sus hijas no ponían límites, no hicieron justicia, de cargar con verdades que otras negaban. Y yo estuve allí, cada día, como quien sabe que está viviendo su despedida. No cumplieron su voluntad. Estuve en el hospital, vi sus lágrimas sin poder hablar, lo vi reconocernos en silencio. Me dieron un lugar que no esperaba, me llamaron para comprobar si me reconocería, también antes de la sedación para que me despidiera, como si fuera su pareja, y eso me honra y me duele a la vez. Porque lo viví todo, y ahora me toca soltar.
Él sabía que yo le había dicho en alguna ocasión que, la última vez que estuve en el hospital y en el tanatorio fue cuando falleció mi padre y después mi madre, y que me dije que no iría más. Y así había sido hasta ahora. Pero yo quiénes eran las personas que quería que lo acompañara cuando llegara ese momento, me lo había contado. El error es que no lo hubiera dejado por escrito. Yo sabía muy bien que él quería que yo estuviera, y sus hijas e hijos también. Además, necesitaban apoyo porque se sentían he escuchado y comprobado como se han sentido: huérfanos.
El desapego es duro porque el corazón se resiste, pero sé que es necesario. No puedo quedarme atada a lo que ya terminó. Su ausencia duele, pero quedarme atrapada en el dolor duele aún más. Y aunque sigo esperando justicia, aunque deseo verla, sé que mi camino ahora es soltar. Confiar en que la vida pondrá cada cosa en su lugar, y que lo que yo necesito es seguir adelante, cuidando de mí.
“ Que este espacio, Solo Por Hoy, te recuerde que debemos soltar sin culpa, que aunque la ausencia duela no nos ate, y que cada acto de desapego sea también un acto de cuidado para ti misma o ti mismo. Hoy dejo ir lo que ya no me pertenece, recordando que puedo seguir adelante con el corazón abierto y en paz.”
Om Shanti 🙏

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