Solo por hoy: El peso de la envidia y la necesidad de justicia. Terapias Complementarias.
“EN SOLO POR HOY COMPARTO UNA REFLEXIÓN SOBRE EL MALTRATO QUE NACE EN LA PROPIA FAMILIA, Y DE CÓMO A VECES EL SISTEMA MIRA HACIA OTRO LADO.”
El maltrato no siempre llega solo de un desconocido. A veces, el golpe más duro viene de quienes deberían cuidar: de una pareja, de una hermana, de alguien de la propia familia. Cuando el odio, la envidia y la frustración se instalan en esos vínculos, la herida se vuelve más profunda, porque es en el lugar donde debería haber protección y apoyo donde se encuentra rechazo, humillación y dolor.
He visto cómo las dinámicas de poder, las mentiras y las falsas acusaciones pueden arrinconar a una persona vulnerable hasta llevarla a perder la vida. No se trata solo de una historia individual: es el reflejo de algo más amplio, de cómo el maltrato puede quedar oculto tras la apariencia de normalidad y de cómo, en ocasiones, la justicia no alcanza a ver lo que ocurre dentro de las paredes de una casa.
Es doloroso comprobar cómo ciertas mujeres han utilizado su posición para desestructurar a su propia familia, manipulando a sus hijos e hijas y hasta a la ley. La protección legal, que debería ser igual para todos, a veces se vuelve ciega y parcial, permitiendo que quien sabe jugar el papel de víctima salga impune, mientras el verdadero maltratado queda silenciado.
Este tipo de experiencias nos recuerda que el odio no solo daña al otro, también corroe a quien lo alberga. Este tipo de maltrato es silencioso, pero no menos cruel. No deja marcas visibles, pero sí heridas profundas en el alma de quienes lo viven. Y lo más triste es ver cómo el odio y la envidia pueden llegar tan lejos como para apagar una vida, con la indiferencia de quienes miran hacia otro lado. El sistema necesita abrir los ojos a estas realidades: ni todas las mujeres son víctimas, ni todos los hombres son culpables. Cada historia tiene matices, y detrás del silencio a veces se esconde un maltrato brutal, disfrazado de virtud.
El maltrato en la familia es una de las formas más invisibles de violencia. Y si no se reconoce, seguirá repitiéndose de generación en generación, hasta que alguien sea lo bastante fuerte como para cortar la cadena.
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