SOLO POR HOY: DESINTOXICACIÓN DIGITAL. DETOX DIGITAL. 21 DÍAS SIN REDES SOCIALES. TERAPIAS COMPLEMENTARIAS.
“EN SOLO POR HOY COMPARTO MI DESCONEXIÓN DE LAS REDES SOCIALES. DETOX DIGITAL.”
Es curioso cómo funciona la vida.
Sin saber que existía, sin saber que era una palabra de moda ni uno de los términos más buscados en Google, yo inicié mis 21 días de detox digital. Simplemente sentí la saturación, el ruido, el cansancio de estar tan expuesta a la tecnología. Y ahora descubro que ese impulso que tuve —aparentemente personal, íntimo y espontáneo— está sincronizado con lo que muchas personas están viviendo al mismo tiempo.
Es casi como si un cansancio colectivo nos estuviera empujando a lo mismo:
a limpiarnos,
a desintoxicarnos,
a volver a lo esencial.
Me sorprende y me conmueve a la vez ver que existe hasta un nombre para esto: detox digital, limpieza digital, desintoxicación tecnológica. Palabras nuevas para un agotamiento que sentimos desde hace mucho, pero que no sabíamos cómo nombrar.
Y quizá por eso mi propio proceso me parece tan significativo: porque llegó sin copiar a nadie, sin seguir una tendencia. Llegó de dentro.
Y ahora entiendo que, aunque parezca algo individual, pertenece a un movimiento silencioso que muchas personas estamos viviendo al mismo tiempo: el deseo profundo de volver a una vida más sencilla, más natural, más conectada con la calma y no con la pantalla.
Recuerdo el primer ordenador que utilicé, cuando todo era todavía un mundo nuevo. Poco a poco fui adentrándome en la tecnología. Más tarde, con la llegada de Internet, mi hijo tuvo su primer ordenador alrededor del año 2000, y juntos exploramos ese nuevo mundo conectado.
Antes, incluso, aprendí a montar placas bases en una vieja fábrica. Aprendí a soldar fusibles y a manejar todos los componentes de las placas base de un ordenador. La experiencia me enseñó mucho y me confirmó que la tecnología siempre me ha apasionado.
A lo largo de los años, he seguido aprendiendo por mi cuenta y disfrutando de los ordenadores, aunque la vista me ha puesto límites en estos nueve últimos años. Pero cada paso, desde aquel primer inventario de la tienda de mi familia que llevaba en mi ordenador, —que mi padre desconfiaba y se negaba—, hasta hoy, ha sido un aprendizaje y un disfrute.
Llevo cuarenta años utilizando tecnología y...
Desinstalé las aplicaciones. TikTok, Facebook, Instagram… aunque esta última no la uso, también se fue. Lo hice por espacio en el teléfono, sí, pero en realidad fue por espacio interno. Tenía que quitar la tentación. No quería volver a abrir “un momento” y quedarme atrapada. Me propuse también una rutina para no recaer, un horario claro para ocupar el tiempo de otra forma, para no caer en esa provocación de reinstalar, mirar, buscar. Y la verdad: me ha costado. Mucho. Ha habido momentos en los que mi dedo iba directo a donde estaba la aplicación, como si el hábito siguiera, aunque la app ya no estuviera. He tenido días que he estado a punto de entrar. Pero me he detenido, cerrando los ojos y respirando: seis segundos inhalando, dos de pausa, y una exhalación larga que suelta el impulso. Alargar la respiración es lo que me salva del automático.
Durante estos 21 días he tenido que reorganizar muchas cosas. Me he dado cuenta de que había dejado de practicar yoga y, al volver, mi cuerpo me habló con sinceridad: rigidez, dolor muscular, esa sensación de estar “engarrotada” de no moverme como antes. El cuerpo acumula lo que la mente no quiere ver. Y así me lo mostró. También recuperé el entrenamiento olfativo, que había abandonado… casi sin darme cuenta. Llevo tres años y medio con COVID persistente y la anosmia es un recordatorio constante de que me debo cuidar. Las redes me estaban quitando energía para eso también.
He usado el lector de voz más que nunca, porque mi vista no está para esfuerzos. Escucho, reflexiono, copio y pego solo lo justo. He hecho limpieza digital: borrar archivos, ordenar dispositivos, dejar solo lo necesario. Todo eso que parece pequeño, pero libera una parte de la mente que estaba llena de ruido.
Y lo más curioso es que, al desconectar de lo superficial, la vida empezó a mover lo real: trámites que llevaba meses posponiendo, compras que hice presencialmente en vez de pedirlas por Amazon, gestiones que no podían seguir guardadas en un cajón invisible. Salí más. No por ocio, sino porque la vida me llamó a estar presente. Con el cambio horario, hasta mis gatos me han ayudado a ajustar mi reloj: para ellos no existen horas, solo el ritmo natural. Si me duermo tarde, ellos me avisan. Me adaptan al tiempo real, no al tiempo artificial que a veces marca el teléfono.
He vuelto a los rituales simples: mi vela, mi incienso, el silencio. El silencio… ese que ya es amigo mío. Aunque duela a veces, también sostiene. Dormir antes, respirar con el tic-tac del reloj —como cuando empecé a meditar hace años—, observar más y mirar menos pantallas. Comer cosas que me nutran, no que me llenen. Escuchar a mi cuerpo, que siempre sabe cuándo estoy viviendo hacia dentro y cuándo estoy escapando hacia fuera.
Y, sin embargo, soy honesta: no ha sido fácil. He tenido tentaciones, bajones, días en los que sentía que no avanzaba. Y también ha estado ese vacío raro que aparece cuando uno deja una adicción silenciosa. Porque sí, las redes sociales también crean adicción, sobre todo cuando una viene de una historia de codependencia. Y por eso decidí compartir este proceso aquí: porque puede que alguien, como yo, necesite escuchar que se puede volver a empezar, que se puede volver a ti.
Hoy se cumplen 21 días. No sé si seguiré igual o si necesitaré reajustar cosas. Pero sé que este silencio me ha devuelto algo que había perdido: presencia. He podido verme más clara, sentir más profundo, ordenar lo que estaba disperso. He podido volver a lo básico. Y lo básico, cuando una está perdida, es lo que salva.
Solo por hoy sigo aquí, reconociendo la tentación, respirando más lento, moviendo el cuerpo aunque duela, escuchando el tic-tac que me acompaña desde siempre, y dejando que la vida me hable sin pantallas de por medio. Solo por hoy sigo eligiendo estar.
“Que este espacio, Solo Por Hoy, te acompañe en el arte de hacer espacio dentro soltando lo que te desconecta de ti.”
Om Shanti 🙏

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