SOLO POR HOY: VIVIR CON ANOSMIA. COVID PERSISTENTE. TERAPIAS COMPLEMENTARIAS.
“EN SOLO POR HOY COMPARTO COMO VIVIR CON ANOSMIA TRAS EL COVID: AFECTA AL OLOR, AL GUSTO, A LA SALUD Y A LA VIDA DIARIA. UN LLAMAMIENTO A LA VISIBILIDAD.”
Tuve COVID por primera vez en enero de 2021. Perdí el olfato y el gusto de golpe, y a las dos semanas, tal y como se habían ido, regresaron. Aun así, quedaron algunas secuelas: lunares nuevos, síntomas musculares y problemas en la piel. En aquel momento no me hicieron prueba porque el centro de salud estaba colapsado. Meses después, en una analítica, aparecieron los anticuerpos del SARS-CoV, confirmando que había pasado la enfermedad.
La segunda vez fue en mayo de 2022, cuando me contagié de Ómicron, de manera asintomática. Me di cuenta porque empecé a notar un olor extraño. Como tengo gatos, pensé que habían vomitado y limpié toda la casa con lejía, incluido el arenero. Pero al ducharme descubrí que no olía nada, ni la crema del pelo, ni la lejía, ni nada en absoluto. Comencé a oler perfumes y frascos por toda la casa, y confirmé que había perdido de nuevo olfato y gusto. Y desde entonces, tres años y medio después, sigo igual.
Reclamé cita con el otorrino. El primero al que fui, en 2022, me dijo de manera tajante que eso ya no se quitaba. Me recetó corticoides durante seis meses y me dijo que no hacía falta volver. Así, sin más. Este año, en 2025, volví a otro especialista, quien me dijo que tres años era demasiado tiempo y que debería haber empezado un entrenamiento olfativo antes. Le conté que sí lo intenté, pero con remedios naturales: cáscara de naranja, canela, clavo, hierbabuena, perfumes… Nada del kit que venden, sino con cosas naturales, de mi día a día. Gracias a eso recuperé un poco, aunque no del todo.
Durante seis meses en los que tuve que pincharme vitamina B12 por niveles bajos, noté una ligera mejoría: pude volver a oler algunos inciensos. Eso me confirmó lo que intuía: la anosmia está profundamente relacionada con el sistema nervioso central. Pero cada vez que tengo un problema fuerte o un episodio de estrés, vuelvo a perder lo poco que había recuperado. El último otorrino que me atendió, más joven y empático, me recomendó tomar infusiones de raíz de cúrcuma, y la verdad es que ese olor sí lo percibo.
Echo muchísimo de menos el olor del mar, de las flores, del jazmín, de la flor de azahar, de los cuerpos, de los perfumes, del olor de mi hijo… Vivir sin olfato es un dolor que cuesta explicar. No se trata solo de que la comida no tenga sabor: es un cambio radical en la calidad de vida. He llegado incluso a enfermar por inhalar humo de un incendio cercano sin darme cuenta, porque no lo olí. Afecta al sueño, a la piel, a los músculos, y a mi seguridad diaria. La ansiedad y la depresión también nos acompañan. Es como vivir a medias. En mi caso, soy practicante de meditación y debo decir que es lo que más me ha ayudado a seguir adelante.
Formo parte de un grupo de anosmia donde somos muchas las personas afectadas. 27 millones de personas en el mundo sufren anosmia…en España 400.000. No estamos reconocidas como personas con discapacidad, aunque debería serlo. Sin embargo, seguimos sin ese reconocimiento, cuando convivimos con peligros reales como un escape de gas o la imposibilidad de detectar si un alimento está en mal estado. En mi caso, a veces me guío por mis gatos: si no se comen algo, sé que no debo comerlo. Y este año, tras estar tres meses sin frigorífico por una sobretensión eléctrica, la dificultad fue aún mayor.
Vivir con anosmia es muy duro, y todavía más cuando los médicos no nos toman en serio. Se limitan a recetar corticoides y recomendar el entrenamiento olfativo, pero no hacen todas las pruebas necesarias para entender qué tenemos dañado: si es cerebral, nervioso o nasal. En mi caso no tengo pólipos, solo una desviación del tabique. Pero sí llevo tres años consecutivos con un tapón siempre en el mismo oído que me ha provocado vértigos, y también una periodontitis severa, otra secuela del COVID persistente que los médicos apenas quieren reconocer.
En mi caso, desde que tengo COVID persistente no puedo utilizar productos de limpieza, porque enseguida se me irritan la nariz, la garganta y los ojos. Por eso limpio mi casa solo con remedios naturales como el vinagre, el bicarbonato o el limón.
Desde este espacio quiero hacer un llamamiento: necesitamos que se nos escuche, que se nos investigue y que se nos reconozca. No somos un número: somos personas con vidas limitadas por una condición que cambia radicalmente el día a día.
“Que este espacio, Solo Por Hoy, te ayude a comprender la importancia del olfato, a valorar cada sentido que tienes y a no minimizar el sufrimiento de quienes convivimos con la anosmia. Si estás en la misma situación y quieres compartir tu experiencia, no dudes en contactar: no estás sola, no estás solo.”
Om Shanti 🙏

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